CONSEJOS DE HUGO NAGEM – VITILIGO

CONSEJOS DE HUGO NAGEM – VITILIGO

Vol. 12 – Número 46 – 2021 CONSEJOS DE HUGO NAGEM Página 6 Vitiligo Estamos en pleno verano y desde la primavera sentimos que la temperatura sube cada día. Con el fin de año y las vacaciones llega también la expectativa de ponerse ropa más cómoda, las mujeres con sus escotes y los hombres sin camiseta, el bikini en la playa y el bikini en la piscina rodeados de amigos, con buena comida y mucha bebida para hacer frente al calor. Para la gran mayoría de la gente, esto es la vida que sigue, año tras año. Pero para una minoría de brasileños, el 0,5% de la población, según el IBGE, puede representar toda una vida de trastornos y tristeza. Esta parte se refiere a las personas que tienen una enfermedad que conlleva un estigma, un prejuicio, para los que la padecen: VITILIGO. El vitíligo, a pesar de no traer grandes daños a la persona y no ser considerado tan grave, desde el punto de vista fisiológico, trae muchos daños emocionales, morales y afectivos al portador de esta enfermedad, aún no siendo contagiosa, o sea, no siendo transmitida de persona a persona. Generalmente, las personas con vitíligo presentan manchas claras en los brazos, las piernas, la cara, en definitiva, en toda la superficie corporal, y estas manchas blancas no son más que la ausencia o falta de algunas células -llamadas melanocitos- que son las responsables de la pigmentación de nuestra piel. La ciencia dice que el vitíligo no tiene cura, sólo un tratamiento adecuado e individualizado realizado por un dermatólogo. Pero quiero invitarles a una reflexión y juntos, ahora, a partir de esta lectura, deliberar sobre la cura, no del vitíligo, sino del prejuicio enfermizo. El mayor sufrimiento de una persona con vitíligo es lidiar con la ignorancia de quienes no tienen la enfermedad, no saben lo que es y mucho menos buscan información, condenando y prohibiendo al portador de vitíligo su contagio social. Esta persona necesita tratamiento, necesita buscar información, necesita bajar de su pedestal de pureza, de su trono inmaculado y extender sus manos, momentáneamente eso sí, para un dolor, en el alma, de quien puede sentirse excluido de alguna parte de la sociedad por algo inofensivo. Si cada uno de nosotros, con la mano en la conciencia y en el corazón, dejamos de lado todos los prejuicios generados por la ignorancia y la desconfianza generada por la intolerancia, estoy completamente seguro de que podemos aportar más ligereza y alegría a todas las personas que desde hace tiempo sufren daños emocionales y afectivos con el vitíligo. No es la falta de pigmentación lo que te hace sufrir, sino la falta de amor en el corazón de los prejuiciosos. Un gran beso en el corazón. Quédate con Dios y #vidaquesesegue Hugo Nagem Pronto disponible para su descarga

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